El 15 de Noviembre recibimos el título más importante de nuestra vida, tras pasar las semanas más difíciles de mi existencia como ser humano, ¡nos graduábamos del NICU!
La noche antes de tu graduación fui al hospital a solas y estuvimos piel con piel por varias horas. Sentada en ese sillón, que tantos días pasamos abrazadas entre cables y lágrimas, te susurraba al odio que todo iba a estar bien. Necesitaba ese tiempo contigo, cantarte, sentir tu corazón latir al otro lado de mi piel e impregnarme del olor de tu piel una vez mas. Cerrábamos una etapa, el acelerón de salida a Holanda, y empezábamos la siguiente, nuestra maratón de vida.
El día de tu graduación era lunes. Estaba emocionada, nerviosa y feliz, muy feliz. El sentimiento de alegría temporalmente superaba todos los demás. Las enfermeras de fin de semana, Ali, Sarah, Ayleen vinieron a despedirse. Te cogieron en sus brazos, te dieron un abrazo y te susurraron al oído “confía en ti pequeña Sol”. Yo no podía evitar contener las lágrimas pues el amor que tanto mi niña como nosotros recibimos esas semanas es indescriptible.
Yo no podía evitar contener las lágrimas pues el amor que tanto mi niña como nosotros recibimos esas semanas es indescriptible.
Esa mañana nos vestimos de lunares y camisa y nos fuimos al hospital. Sentía los nervios parecidos a la Noche de Reyes. La magia iba a ocurrir y no podía contener mi emoción. Ese día estaba de turno nuestra querida Shannon y nos acompañó cada segundo para hacerlo lo mas rápido posible.
Tu llegada a este lugar fue tan dura que nadie sabía cuándo o cómo podríamos salir de aquí. “Confiad en ella”, decían todos los doctores aunque ni siquiera ellos veían la luz. Poco a poco empezaste a salir de tu letargo, a abrir tus ojitos y a mostrarnos a todos que eras un milagro y que estabas aquí para llenarnos de luz.
Y ese 15 de noviembre, entre lunares, batones, sonrisas y abrazos recibimos el certificado más importante de nuestra vida 🌹